"Si un hombre le dijera a Dios que su mayor deseo
consistía en ayudar al mundo atormentado, a cualquier precio, y Dios le
contestara y explicara lo que debía hacer, ¿tendría el hombre que
obedecer?"
" ¡Claro, Maestro!",
clamó la multitud. "¡Si Dios se lo pide deberá soportar complacido las
torturas del mismísimo infierno!".
"¿Cualesquiera
que sean esas torturas, y por ardua que sea la tarea?"
"Deberá
enorgullecerse de ser ahorcado, deleitarse de ser clavado en un árbol y
quemado, si eso es lo que Dios le ha pedido", contestó la muchedumbre.
"Y que haríais -
preguntó el Maestro a la concurrencia - si Dios os hablara directamente a la
cara y os dijera: ‘OS ORDENO QUE SEÁIS
FELICES EN EL MUNDO MIENTRAS VIVÁIS'? ¿Qué haríais entonces?"
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